domingo, 16 de septiembre de 2012

Voces

La voz de Zayda Peña Arjona, es una de esas pocas voces que te encuentras en tu localidad. Voz rasposa, llena de sentimiento que sale poderosa de pecho y se aclara en la orofaringe. Se podría decir que pertenece a esas voces nauturales faríngeas, ideal en el rock y sus derivados. Falleció a sus 28 años, la mercadotecnia no fué su fuerte, porque este tipo de voces era destinada para llegar a un mas lejos con las personas correctas y el dinero necesario. ¿Que transmite la Matamorence voz de Zayda? es subjetivo afirmarlo con claridad, pero sin duda tiene esos dejos de ternura, reveldía, fragilidad y fuerza al mismo tiempo. La sensualidad romántica y melancólica con tintes de un espiritu sanguíneo, son esta autocontradicción simultánea que hace atractiva a su voz. La voz de Peña Arjona se deslizaba en los bajos y medios con aires de fragilidad dejando al oido sus imperfecciones dandole un toque ronco y perfecto. Al escucharla evoca los sentimientos que no muy a menudo son estremecidos por las cosas triviales, y es eso a lo que llamamos encanto, esas cosas que no aparecen a diario y que cuando aparecen llegan para quedarse. Como ahora, en la inmortalidad de los recuerdos gravados en discos, vinilos, bases de datos, etc. QDEP.

domingo, 2 de septiembre de 2012

Mi Octavio
como ya me conoces, he hurgado en los recuerdos
las memorias donde existíamos juntos
tu eras mi risa, mi ironía y mi martirio
yo fui tu sombra, tu luz, tu guía

Eras una tempestad que yo solía sosegar
tu rostro ruborizado y mis ojo tristes
eran iluminados por la luna
en aquellas noches azules
donde nos recostábamos para contar las estrellas
con la intención de nunca terminar

Quien iba a profetizar que tus lindos ojos grandes
los cuales un día miraron mis pupilas con brillo embeleso
ahora me evaden con un poco de vergüenza
si bien no quieres lastimar mi corazón
intentas amarme, pero ya no somos los de antes

Mi orgullo está intacto, no me avergüenzo de haber amado
yo ya gané,
pues en su tiempo
yo me llevo el amor que un día di y recibí.